Los cuatro jinetes del Apocalipsis charlan en una milonga en algún lugar de Me Río de La Plata

Los cuatro jinetes del Apocalipsis charlan en una milonga en algún lugar de Me Río de La Plata. No son personajes. Son arquetipos. Por eso pueden expresar pensamientos y tener actitudes que, por cuestiones de sensibilidad social, las personas no. No se comportan mecánicamente en relación a sus características particulares. Están interrelacionados y actúan como una nube de personalidades que fluye y se polariza, como átomos en una molécula. Hablan y piensan en distintos idiomas, saltando súbitamente de uno a otro, de acuerdo a lo que cada idioma les permite expresar mejor (para hacer la lectura menos laboriosa, adjunto aquí los links a mis versiones en inglés y castellano). Pero hay que destacar que lo más importante es que bailan, es decir, que saben expresarse sin la mediación del lenguaje, y que es allí donde se encuentra el núcleo de lo que ellos son, siendo sus palabras, volcadas en este texto, apenas las huellas de vidas mucho más complejas y problemáticas.

The passionate – My animal is wild.

The questioner – How wild? It must be, somehow, domesticated. If not, you wouldn't have the language to express such a premise.

The passionate – It had been tamed by the elaborated and advantage-seeking machinery of our human organization, exhausted by it to the extreme of desperation, emptied and flattened like a soda can, recycled multiple times, and reused again. For most people, this is the only way they know how to live. But my animal remained wild and free in its organs after many decades.

The questioner – When you look at yourself in the mirror, can you see inside you, to your guts, and dissipate all the ghosts of fantasies and delusions you wish to believe?– says, looking at himself in the nearby mirror on the wall behind us.

The passionate – This is how I'm working it out to eventually remove myself, as much as possible, out of those gears:

  1. I am taking personal control of my nutrition, learning about the most up-to-date knowledge regarding food, and preparing all my meals myself.

  2. I started paying more attention to my sleeping habits, sleeping earlier at least twice a week, napping whenever possible, and avoiding caffeine, alcohol, and stimulants, especially after midday.

  3. I integrated physical activity into my life, not by having a scheduled time to exercise, not as an obligation, not as an effort, but by allowing my body to playfully explore and make use of all its possibilities, enhancing them, allowing it to become stronger, more flexible, versatile, resilient, and calm, desiring to be my body in its glory, not feeling obliged to deal with it, as most people do. "I" am my body! I explore the elastic aspects of my flesh as a whole, looking at how it accumulates energy to release it like an elaborated spring. In doing so, I realized to what extreme my body is my spirit. Rodolfo Dinzel said it in the introduction to his “Tango - A dance. That anxious quest for freedom”: "Every adventure of exploration in the physical realm is also an adventure full of discoveries in the spiritual."

  4. Breathing! We overlook this like fish in the water. We see it as natural, but it has been conditioned by education, culture, indoctrination, etc., and mostly neglected because of its lack of commercial value. I regularly practice breathing exercises; I train myself to breathe more efficiently, using exclusively nose breathing and having quick breathing solutions for dealing with emotionally distressful situations.

  5. I allow my spirit to enjoy the treasure of leisure so it retains its ability to stay with itself comfortably and cheerfully. Consequentially, I don’t expect to make productive use of every minute of my life, and so I do not become anxious about the prospect of wasting time, of losing it from the perspective of making profits, and I do not feel guilty about it.

The questioner – What for?!

The passionate (now becoming L'autre) – What I like the most about reining my physiology is that I become nicer and more evil.

El rioplatense, intervening after finishing his expresso (to which he refers simply as "café") – Now I discovered that I can be stronger than humanity's machines, that I can be stronger than humanity itself. I realized that the solution was to be able to distance yourself, starting by first rejecting everything human, and thus, after having distanced yourself for a while, returning to them and using them as raw material.

The questioner– What would then be the value of that utility?

El rioplatense (now located in the depths of the Earth, from where the emanations that inspire the prophecies of the Sibyl arise) – Each thing should be a foundation for something higher. From below: a good physiology for a good dancing. A good dance for a deeper spirituality. And so on in both directions: up, but also down. What would be the basis for good physiology? What would be superior to a deeper, more distrustful spirituality? Beyond, towards the bottom, down, towards hell, there is an entire society that makes me possible, a mechanism and a multitude that prefer to become tools and thus be used.

Se produce una pausa y Yo le hago señas al mozo para que me traiga otro cortado.

There are 3 levels to organize:
1. The everyday.
2. The urgent.
3. The long term.
In a group, a company, an army, a religious order, an institution, a country, etc. (but also in an individual), specific resources need to be dedicated to each of these levels. In a grouping, it would be pertinent to assign different individuals or groups of individuals to each of the three aspects of planning. In an individual...

–And avoiding all that does not let me dance!– Interrupts, now se revenue The passionate. – Those who believe in the need to be fully organized cannot dance. To dance, you need to accept a measure of uncertainty and risk. Risk always challenges all forms of organization. We may consider looking at the processes of life as cycles of increasing and decreasing levels of organization.

–Some humans are like insects that we need to tolerate.– El rioplatense nos dice, mirándonos a los ojos uno por uno, como tuertos, o cíclopes, y se levanta para bailar la tanda de Troilo/Fiorentino con una rusa rubia.

The questioner aprovecha que nadie presta atención y me murmura, señalando con la nariz hacia la pista de baile – Son tan superficiales que son superficiales apenas en la superficie. Si elijo ser superficial, lo hago con coraje y me vuelvo superficial hasta el tuétano ¡carajo!

Dándose cuenta de que su favorita lo miraba intensamente, The passionate también sale a bailar.

Yo lo cuestiono a The questioner – ¿Qué eme quizo decir con "más malvado"?

The questioner – Dijo lo que sea que Vos hayas entendido.

Yo – Ahora entiendo menos.

The questioner – Es que falta la pregunta fundamental (moviendo la mano derecha con gesto de pregunta fundamental)... ¿Con qué propósito?

Me quedo solo.
Me pierdo en las pajas mentales de preguntarme a medias la mitad de medias preguntas.

¿No será así como se deciden los propósitos?

Miro la pista. La mayoría se menea sin estar ahí. Se dejan mover por un mecanismo ajeno. Se someten. Se sienten seguros así, evitando todo lo que les presente con claridad la incertidumbre, es decir, la vida. Se han acostumbrado a no vivir, haciendo pequeñas concesiones todos los días, eligiendo hacer lo que les parece bien a los demás. Y está bien que sea así. Necesitamos que muchos acepten encerrarse en ese tipo de vida que Calamaro señala en estos versos:
"La vida es una cárcel con las puertas abiertas
Verónica escribió en la pared con las tripas revueltas"
para que algunos podamos ser libres. No hay opción. Lo que se repite tanto de que hay que trabajar mucho para salir adelante y hacerse millonarios es lo que les justifica su sacrificarse y su no vivir, es decir, una vida estandarizada para hacer posible esta sociedad.

– Por eso tienen que ser superficiales – Le contesto a The questioner, aunque no esté ahí. Y pienso – El mayor peligro está en no reconocer cuánto tenemos de eso de lo cual acusamos a los demás, especialmente en el momento preciso de señalarlos. Es la maldición que recae sobre toda afirmación seria y profunda. La vida transcurre en la superficie. Sería imposible sin ella. "La profundidad es la superficie que gira en todas direcciones", escribió Antonin Artaud.

Fijate una cosa: todos los países han progresado siempre gracias a sus inmigrantes. La población nativa es como si fueran los dueños de una casa que de repente empieza a ser habitada por los invitados, y por los invitados de los invitados que vienen de no sé dónde. Y bué, decís, que laburen ellos, que paguen el derecho de piso. Y los inmigrantes llegan, el nuevo país les impone su cultura, herramientas que ellos no saben todavía manejar bien, un idioma nuevo con el cual no pueden profundizar. Se vuelven superficiales mientras nacen de nuevo a una nueva cultura, se vuelven , así, productivos.

Quizá abría que estar agradecidos con los superficiales. ¿No vinimos nosotros al mundo gracias a esa superficialidad, acaso? Nuestros padres y madres no nos hubieran concebido ni dado a luz si no hubieran sido superficiales en ese precioso preciso momento.

Unas llamaradas de algo vivo me calientan los ojos. Son mis amigos bailando.

Hay una diferencia importante entre mis amigos y todos los demás. A los demás, se nota, (como dice Nietzsche de los filósofos idealistas) que “sus piernas no los sostienen”. Ni física ni espiritualmente.

On occasions, we have danced with someone with whom we have felt such a connection, such an openness to express ourselves, such an encouragement to reveal our maximum capacities in the dance that everything that was not dancing disappeared, and the world and the other couples on the dance floor were there in an almost imperceptible way; everything found its meaning, and even the mistakes became necessary to that dance, so much so, that –now we know– they were not mistakes but capricious choreographic creations, daughters of chance and of our strength, intelligence, and preparation to integrate everything that happens in the thread of our choreography, of our improvisation, like pearls and precious stones, and exotic and unknown flowers and creatures which Nature, tangle up to Nothingness and Chaos, made to appear there, for us, for ours and nobody's enjoyment.

– That's the purpose! – I realize.

Suena "Te aconsejo que me olvides". Veo bailar a mis amigos y recuerdo lo que Nietzsche escribió en este aforismo: „Wo ein Mensch zu der Grundüberzeugung kommt, dass ihm befohlen werden muss, wird er „gläubig“; umgekehrt wäre eine Lust und Kraft der Selbstbestimmung, eine Freiheit des Willens denkbar, bei der ein Geist jedem Glauben, jedem Wunsch nach Gewissheit den Abschied giebt, geübt, wie er ist, auf leichten Seilen und Möglichkeiten sich halten zu können und selbst an Abgründen noch zu tanzen. Ein solcher Geist wäre der freie Geist par excellence.“ "Die fröhliche Wissenschaft” 347.

The passionate y el rioplatense regresan a la mesa.
Yo lo encaro a The passionate – ¿No tomás nada?
– No. Las substancias estimulantes te engañan de una manera peligrosa: te debilitan, pero te hacen percibir esa debilidad como fortaleza. La sensación de fortaleza es beneficiosa en sí misma. Creer que nos estamos fortaleciendo es un buen comienzo, pero se necesita más. En algún momento, lo que es fuerte más allá de las creencias prevalece. Decime, sinceramente ¿harías algo para debilitarte, por decisión propia? Sí, quizá por equivocación, a causa de alguna malinterpretación religiosa, aunque no seas religioso, ya que la religión nos ha educado por tantos milenios y por ello se ha vuelto transparente a nuestras observaciones más perspicaces. Además, el Tango ya es suficientemente estimulante. Digamos que decidí cambiar mis deberes morales por deberes fisiológicos. Lo que valoramos no debería ser "ser bueno", sino ser sano (en términos estrictamente fisiológicos); y para estar sanos muchas veces es necesaria una buena cuota de maldad.

– ¿Qué querés decir con "maldad"?
– Que los valores llamados "bueno" pueden enfermarnos, y muchas veces valores negativos, como el egoísmo, la búsqueda del placer, el deseo de poder, etc., contribuyen a aumentar nuestra salud. Si yo fuera "bueno" tendría que bailar quizás con aquella señora allá a la que nadie saca a bailar. Lo haría por compasión, y mi acción tendría que ser desinteresada, así que lo haría sin intensión de probarle a nadie que soy "bueno", no para mostrarme como "bueno", y ni siquiera por el placer que pudiera provocarme mi buena acción. Esa mujer no baila, es decir, baila muy mal. Yo sufriría. Ese sufrimiento sería un síntoma que me señala que lo que hago es lo opuesto a lo que mi cuerpo necesita, a lo que fortalece mi fisiología. Además, esa mujer baila mal porque cree en esos valores de lo moral y lo bueno; confía, cree que esos conceptos existen como un substrato del mundo, lo preexisten y predeterminan, es decir, son más reales que este mundo en donde transcurre nuestra existencia y nuestro baile, y que por lo tanto tiene asegurado su baile, y si no sucede así es porque la maldad ha triunfado por esta vez y habrá que encontrar un culpable. No lo sabe así de esta manera en que te la describo. Pero jamás pensó en ello. Y así es la mayoría de la gente. Esto es peligroso en extremo porque esa manera de concebir lo real nos lleva a conclusiones destructivas y suicidas. Por lo tanto yo, particularmente, soy egoísta, busco procurarme salud y placer, hacerme más fuerte, es decir, mejor, no "más bueno”.

Aprovecho que lo tengo acá y le pregunto al rioplatense – ¿Y por qué "desconfiados"?
– Porque siempre asumimos que la comunidad en la que nacimos quiere lo mejor para nosotros. Nuestros padres, nuestros maestros en la escuela, nuestros educadores nunca habrían realmente podido anticipar las consecuencias de sus enseñanzas. Ellos solamente "creían", tuvieron "fe" en las valoraciones que nos inculcaron. Sin embargo ¿Prueba algo esa convicción? Así crecimos. De niños nunca se nos pasó por la sabiola el dudar de esa convicción. Esa convicción fue suficiente para otorgar a esas valoraciones el certificado de verdad. ¡Pero ya no somos niños! ¿De cuántas de sus propias frustraciones, quizás secreta o inconscientemente, nos culpaban a nosotros? ¿Cuánta venganza por su fracaso, dependencia, impotencia, y aversión por el riesgo hubo quizás en la manera en que buscaron debilitarnos para que no logremos ser mejores, más libres, más independientes? ¿Cuánto quizás castraron nuestros instintos para no ser inquietados por las castraciones de las cuales ellos habían ya sido víctimas? Quizá con buena intensión. Quizá con inocente ignorancia de sí mismos, esa auto-ignorancia necesaria para no dejar de ocultarse que a lo que se referían como libertad era, en realidad, sometimiento. Y todo para hacernos seres humanos buenos, hombres y mujeres "de bien". Pero no buenos bailarines. ¿Por qué? Porque ese fue quizá el mayor sacrificio que hicieron por nuestra existencia: dejaron de bailar. ¿Cuál es la mayor herencia que nos dejaron? El miedo.

Nos quedamos callados mirando la pista.

Pienso en cómo fui educado. Seguramente, adivino, de modo diferente, en muchos aspectos, a como fue educado el rioplatense. Más allá de la educación que me dieron, la parte más importante de lo que soy se ha logrado con la educación que me di a mí mismo; todo lo que aprendí porque mi curiosidad me lo pedía, lo que fui encontrando metiéndome en muchos lugares equivocados, no aconsejados, o explícitamente prohibidos. Mi vida consiste en la cadena de errores que me llevaron a este fracaso que puede verse desde ciertos puntos de vista como un éxito. Porque, vayamos al grano: soy pobre, es decir, ya estoy bien entrado en la segunda mitad de mi vida, en mi decadencia, y no tengo en mi cuenta bancaria el “primer millón” (o mil millones, razono). No invertí en la bolsa, ni en mi jubilación. Invertí en mí mismo. Lo que pasa es que yo “elegí” ser un milonguero. No tengo nada, pero soy lo que quería ser. Y todavía sigo construyéndome. Si hubiera sido de otro modo, no hubiera bailado.

Una vez tuve una alumna millonaria. Ella vivía en una mansión de esas que ves en Claremont, en Berkeley. Yo iba a darle lecciones a su casa. Me atendía su mayordomo, que era un tipo vestido así nomás, como es el estilo californiano, de vaquero y remera con un sweater. De la puerta íbamos al salón donde le daba la lección a la millonaria. Dos minutos en el primer baile, dos minutos, ni siquiera una canción entera había pasado, cuando entra el mayordomo y le dice algo a la millonaria, que se disculpa y sale de la habitación. Vuelve a los diez minutos y arrancamos de nuevo cuando suena un beeper, se separa de mí y va a leer el mensaje del beeper. Bueno, así fue toda la primera lección, y la segunda, y la tercera. La cuarta semana voy como de costumbre a su mansión, como de costumbre me recibe el mayordomo, pero esta vez el mayordomo me dice que la millonaria no está. Ok, no hay problema, le digo, y pienso para mí “no importa, esta lección está pagada”. Sé que ella me llamó esa misma tarde, pero yo estaba ocupado y no atendí el teléfono. No me dejó mensaje. No la llamé yo tampoco. No me interesaba para nada seguir trabajando con ella.

As a child, I realized that living in an imaginary world was much easier. Taking what we imagine to a more objective world, to the body, is very costly in multiple ways. Furthermore, we tend to regret everything we must abandon, leave out and forget to choose just one thing and make it real. So, living in a virtual world makes sense, except that if we can't create any lasting reality, we may become sick, destructive, and self-destructive. It would make more sense to propose dancing as a solution to an excessively consumerist population so eager for distractions. The problem with a virtual existence, such as the one marketed today under the name “metaverse," is similar to what happens if we consume a mix of all the substances that make up an apple instead of eating a real apple. It has been experimentally shown that consuming all the simple substances that make up an apple is less nutritious than eating it. This phenomenon is called "texture," which means that the substances that make up a meal alone are not enough to nourish us, but the particular arrangement they adopt in their tissues is also necessary so that our subjectivity participates in the process of nourishment, through our perception, through the aesthetic-sensual characteristics with which we endow what is presented to us, through how it seduces us and we actively abandon ourselves to its seduction. I borrow this term to call our specific phenomenon "the texture of life.”

El dinero facilita vivir en un mundo de fantasía. Todo lo que vivimos es de alguna manera una fantasía de todos modos. Siempre nos hacemos ilusiones y soñamos con el futuro y nos contamos a nosotros mismos la novela de nuestras vidas de forma que nos satisfaga, incluso cuando nos la contamos de una manera deprimente, porque quizás así nos queremos ver en el mundo, deprimidos, quizá porque la depresión hace las horas de nuestras vidas más largas, interminables, y así logramos usar la depresión como una estrategia para extender el tiempo subjetivo de nuestras vidas. Los buenos momentos pasan siempre muy fugazmente, y así las vidas de los que se consideran afortunados. Le conté una vez esta hipótesis a una chica con la que me gusta bailar, que es sicóloga, y me dijo “habría que preguntarle a los deprimidos qué piensan sobre eso”. Ahora bien, un deprimido no estaría calificado para responder porque el hecho de estar inmersos en la depresión no les da otra perspectiva que la de un deprimido. And it is the same for all kinds of subjectivities: we are immersed in it. We cannot remove ourselves from the universe and thus know what everything would be like without us.
Volviendo al tema general de las fantasías, lo importante es ¿me fortalecen o me debilitan?

Los seres humanos no tenemos otra opción más que ser una sola cosa, aunque siempre lamentemos todo lo que abandonamos ser. La mayoría no elige, al menos conscientemente y con pasión. Para vivir plenamente (aquí está la confusión) tenemos que elegir una sola meta y alinear todas nuestras otras deseadas formas de ser en soporte de esa meta. En mi caso: ser buen bailarín.

La mayoría elige como solución a este problema someterse a encajar en moldes ya producidos. Estos les proporciona una sensación de tranquilidad, the certidumbre, etc.; mientras que nosotros, los que por la razón que sea no encajamos en esos moldes, no nos queda otra que asumir el riesgo de crear nuestros propios moldes y nuestras propias formas de vivir.

Ahí lo vemos a Blas bailando. Blas entiende que ser un buen bailarín es igual a ser libre, a no necesitar el reconocimiento de los que quieren creer que saben qué es bailar, vivir, saber, y sin embargo no saben nada porque lo mal-entienden todo. A él nunca le interesó comprometer su libertad, es decir, su baile, a cambio de fama, de reconocimiento de los muchos, de los mediocres, de los ignorantes, de los tímidos que nunca salieron de su comodidad para buscar algo bello, profundo y valioso. Y si vas y le decís a Blas que es un buen bailarín, él te va a contestar que él no sabe si es un buen bailarín. No va saludando a todos en la milonga para que piensen "¡Qué buen tipo!". A él no le importa eso. Que los demás piensen lo que quieran. Ni va a bailar con aquella "maestra" porque existe una posibilidad de dar un seminario en un festival. Ni le va a prestar atención a nadie porque pudiera tomar clases con él. Ni va a hacerle creer que él le da un tratamiento especial a alguien porque tratase de hacer que esa persona venga a una milonga que él organiza, ni para que le hagan una entrevista, ni va a fingir ser tu amigo y hacerte creer que puede escuchar un consejo tuyo solamente porque le interesa cuánto de negocio puede obtener de vos. Hoy en día nos hemos vuelto más expertos, precisos y eficientes en estrategias para obtener beneficios económicos de los otros. Vamos directo al grano, sin tener consciencia de ello. Es parte de nuestra naturaleza. Todas las investigaciones psicológicas llevadas adelante desde que el animal humano investiga en ello, se han sintetizado, simplificado y formulado al punto de haberse integrado en nuestra vida cotidiana y nuestras conductas, para que la máquina productiva de la sociedad se vuelva más rentable. A veces descubrimos estos rasgos en los otros y los señalamos con gesto acusatorio, pero al encontrarnos con los que crecieron en la época de Blas nos damos cuenta que nuestra defensiva subjetividad no nos dejaba ver la paja en nuestros propios ojos. Para él, lo valioso es bailar bien, haber conquistado el máximo posible de ese fragmento de realidad que nos tocó en suerte, y no las abstracciones en la cabeza de los que cuchichean para adentro y para afuera como fuentes que están fijas en la tierra, verborreando hasta que se secan; porque conquistar ese fragmento es, ya que todo está conectado a todo, igual a conquistar el mundo.

Una vez estábamos juntos, después de una clase, y le dije –¡Vamos, Blas, a la milonga!
Nunca me voy a olvidar lo que me contestó:
– ¡Pará! Sin apuro... ¿Para qué apurarse? Es la milonga...
Para nosotros, gentes de esta época de computadoras y celulares, todo tiene que suceder inmediatamente porque todo el tiempo está destinado a producir. Todos nuestro tiempo es una deuda que tenemos que pagar, una deuda que aumenta mientras estamos pagando el pasado porque todavía tenemos que comprar el futuro. Para Blas, que nació y creció con estos tangos que oímos y nos gusta bailar, o sea, que nació y vivió dentro del Tango, por oposición a nosotros que estamos en el Tango porque un día lo descubrimos, porque nos volvimos suficientemente sensibles para verlo, aunque ya estaba ahí desde siempre, para él el tiempo es otra cosa; es estar presente, no corriendo con la sensibilidad puesta en lo próximo, en lo que vendrá, como se llama uno de las primeras composiciones de Piazzolla. En la amistad de Blas yo entendí que el Tango es algo que se encuentra en lo que te comparten los que ya fueron el Tango toda su vida, ellos, que como Blas, ya cierran el círculo de la vida y con un abrazo te pasan la emoción de vivir en sí misma, eso que no se puede ofrecer como una mercancía. Blas es nuestra conexión directa a la década de oro, al tiempo donde esta planta llamada Tango floreció, abriendo sus pétalos de magnolia a la noche estrellada de los años cuarenta y cincuenta, después de haberse desarrollado en un terreno fecundo pero adverso por un lapso de varias décadas. Siempre vamos a estar agradecidos con Blas por habernos abierto el puente al Tango de esa época con su abrazo.

Termina la tanda de valses y Blas acompaña a la señorita con quien estaba bailando (la que parece ser japonesa) a su mesa y viene a sentarse con nosotros, saludándonos con una ronda de abrazos.

¿Y por qué Tango?
El mundo se nos aparece en fragmentos. Cada corporación te ofrece un fragmento esencial de tu vida a un precio que los estudios de mercado les asegure ganancias. Pero la vida no es vida para los humanos enteros si no fluye como la corriente de un río. Eso que para Heráclito era evidente, hoy está ausente. Los humanos comunes y corrientes se conforman con sus cachos de vida, que obtienen por subscripción, y saborean esto acá, luego se divierten con aquello ahí, después son abrazados por algo diferente allá, y más tarde se van a dormir sin ellos mismos. Las grandes compañías globales les venden tiempo, y lo llaman "Lifetime", eso sí, marca registrada, los despiertan de mañana con "Awakening", de acuerdo con las fórmulas del branding, los alimentan con "Meals", etc., etc.. Con sus trucos de magia negra, no ya re-nombrando lo que compone nuestras vidas, sino que más, se colocan al inicio, en el bautismo de todo lo real, nombrando todo lo que compone la vida como si fueran dioses, re-produciendo lo que hace posible la vida a partir de su nombrar. No tienen que cambiarle el nombre a las cosas. Registran legalmente los nombres que las cosas ya tienen y de ahí en más la vida se compone de los productos que no podrías obtener si no te subscribís a sus servicios. ¿Querés ser feliz? Ellos te ofrecen diversas soluciones para ese problema, lo que te falta, lo que ellos te llevan a pensar que te hace falta. Las palabras ahora dicen algo que está en las estanterías, son objetivas, nombran mercancías, más o menos abstractas, y todas con sus logos. Y ese ser humano común y corriente tiene fe en la satisfacción que le prometen esos productos, aunque la sensibilidad de su cuerpo, de sus órganos, les haga saber que esos productos no hacen otra cosa que debilitarlo. Finalmente, la fuerza de convicción con que la mercadotecnia enviste a sus productos, lo lleva a desoirse, a negar las señales y los síntomas de enajenación y disolución de su propia existencia, y continuar consumiendo.

All will go this way until it crosses a horizon, and then these marketing techniques become ineffective.

The passionate now rotates his head from left to right to make us hear him –¿Did you know that according to the scientists, when you cross the horizon of a black hole, time and space get inverted, so time wouldn’t have anymore a direction, but space will?

Con el Tango nos permitimos fluir con la corriente del río, con esa corriente única que somos, porque somos el río mismo. La corriente se hace compleja y se simplifica una multitud de veces, y todo lo que sos y te pertenece es y deja de ser y vuelve a ser esa corriente, que sos vos y que no sos vos alternativamente, que es única y diferente por momentos, y muchas e idéntica otras veces.

Bailar podría ser apropiarse del curso del tiempo y del espacio, de la vida.

El rioplatense, estirando las piernas – Como bailarines, somos una especie diferente. Se los explico de esta manera (teniendo en cuenta que todas las explicaciones, todas las racionalizaciones, son simplificaciones): son necesarias medidas de auto-preservación para nuestra supervivencia y prosperidad. Por eso, conscientemente o no, nos separamos de los que no bailan y del modo de vida de la mayoría. Nos juzgan desde la perspectiva de los que no bailan. Es mortalmente peligroso que dejemos que esos juicios nos afecten. Por ejemplo, rara vez realmente disfrutaría bailando para un público que no fuera de bailarines. Además, uso las herramientas que me proporciona la forma en que está organizado este mundo, es decir, considero indispensable cobrar dinero a aquellos que quieren venir a mi mundo, a nuestro mundo de bailarines, como una forma de limitar la intromisión de aquellos que no bailan en el mundo de los que bailan; es una medida de protección. Algo así como un entrance fee.

Ya lo sabían los bailarines de antes de 1990, los que te miraban de arriba a abajo y te preguntaban con sarcasmo “¿Vos querés bailar Tango?”. En aquella época te decían: “Nene ¿vos querés aprender a bailar Tango? Para eso tenés que nacer, el Tango no se aprende”. A esas gentes no se les cruzaba por la cabeza que pudieran lograr ganancias con sus conocimientos sobre el Tango. Tampoco le enseñaban a bailar a cualquiera. El Tango estaba fuera del mundo del salario, la compra-venta, y el pago por servicios. Hoy, el error principal radica en considerar al dinero como dinero y nada más. El dinero implica mucho más. Es parecido de algún modo a lo que significa el sexo entre los amantes. No es sólo la satisfacción de una necesidad, sino mucho más: un pacto.

Cuando yo vi a esos viejos bailar, supe que me iba a tomar toda una vida para aprender a bailar el Tango. Hoy la gente está acostumbrada a resultados inmediatos y a buscar lo más barato.

– Para los que no bailan la yerba siempre es más verde en el mate del vecino. — Pienso.

The passionate – También el dinero puede ser un aporte, un reconocimiento a nuestro valor por parte de quienes lo aprecian, de quienes no pueden o no quieren bailar, total o parcialmente, por el motivo que sea.

A lo que el rioplatense agrega — Y por supuesto, el dinero como compensación por el conocimiento que el Maestro otorga al estudiante. Todos los artistas necesitan benefactores. Cada modo de producción ha generado en la historia una manera acorde de dar sustento a sus artistas. En las sociedades aristocráticas fueron los hombres y mujeres de la nobleza. Durante la Edad Media fue la iglesia. El mundo capitalista trajo maneras más individualistas y variadas de sostener a sus artistas. En este caso son los estudiantes los mecenas de sus Maestros.

Porque, seamos realistas: no es necesario bailar bien para prosperar en este mundo. Ahora bien ¿qué significa prosperar? — El rioplatense cierra la conversación con un final abierto.

Mientras conversábamos, me acordé de lo que le respondí a uno que me preguntaba sobre cómo era The passionate enseñando Tango:

“Él es uno de los pocos que todavía tienen ese pudor que les impide hacer del Tango algo comercial; ese pudor piadoso del que entiende estar tratando con algo sagrado, algo que la mayoría nunca va a entender porque están constituidos, ya sea por nacimiento o educación, de otra materia (¿de pura materia?), por así decirlo. Él no es de los que terminan la clase haciendo publicidad de sus otros “productos “ y “servicios”. Más probablemente, te va a compartir sus reflexiones sobre lo que significa bailar y vivir el Tango.”

Mirábamos la pista y de repente se me ocurrió esto que dije:
— It is really difficult to dance Tango. You need to work in a good posture and a great balance, then learn to walk, to embrace, to lead and follow, to listen to the music and learn about the music itself, and then the figures and steps, and with all that, which takes years of constant and dedicated learning, you still won't be dancing Tango, you'll still need to forget all that, and with all that as a second nature express your true emotions, which are always away from us, peoples of this third millennium.

Ahora llega esa mujer y lo mira a los ojos al rioplatense y le dice con tono sufrido pero increpante – ¡No me sacás más a bailar! ¿Qué pasó? ¡Yo creí que éramos amigos! A lo que el rioplatense, enderezándose en su asiento como si se despertase, como si se preparase para un debate serio, le dice – No tengo respuesta a tu pregunta. Si este lugar fuera una oficina, un negocio, una corporación, un ejército, etc., yo estaría obligado a rendir cuentas por lo que hago o no hago. Sin embargo, estamos en la milonga. Aquí nadie tiene otra obligación más que el respeto. Y eso es una de las cosas más lindas de la milonga.

A The passionate’ student join us. The passionate quiz her and asks who she thinks dances well. His student says – That guy with the hat facing backward! To what The passionate responds – No. You think that guy dances well because he does a lot of steps and moves all the time no stop. That does not mean good dancing. Look at his face. Doesn't it seem like he is absent? I’ve noticed him because I know him, he is known as a popular teacher, and he has his website full of very correct words about “códigos”, tango etiquette, etc., but he practices nothing of what he preaches. It’s been several tandas that he stays on the dance floor while the cortina is playing with the girl he is dancing with, and he keeps dancing again and again with her in that same absent manner. I specially noted him when, during a cortina, he was standing in between me and the girl I wanted to dance with, impeding me, unawarely, to make eye contact with her. To dance Tango you have to be fully present and very aware of everything happening around you. You do not need to do many moves, but you need to do them with presence, emotion, taste, and wit… And he dances every orchestra and rhythm in the same way!
– But you say he is popular.
– Correct. I suppose that is what the majority wants.
– What about the bold guy? She says.
– Neither. You may think he dances well because he puts on a serious face. He actually makes me laugh. Tango is joyful. He dances with the same attitude that guys have in front of the machines at the gym when they are working out. Now, he is in front of a human being, but it seems that a workout machine wouldn’t make a difference.
– What about her?
– No. Look, I meet her at a party. She told me her goal was to achieve a good enough dance level to make all the tango teachers ask her to dance. To her, it does not matter what she feels but how they think about her. You can see it clearly in her dance. She does not dance for any reason other than that you, and all those inexperienced like you, believe she is a good dancer. She is one more of those who want to say about themselves that they dance Tango but do not want to dance it in reality. I bet you she will soon be joining the growing list of every time more numerous tango teachers who don’t know anything real about Tango. Like life, the dance floor is full of foolish goals and misinterpretations.

Some random guy comes to join us. He pretends to be a friend of el rioplatense. However, no one pays much attention to him, and The passionate makes him feel like an outsider telling insider jokes that make us laugh and leave him clueless.
He starts a conversation with The passionate’ student to ease the situation.

Como esa conversación no me interesaba para nada, Yo lo miro a Blas y le digo:

–¡Blas! Decime qué pensás. ¿Por qué nadie puede bailar?

–Lo que pasa, hermano, es que dedican todas las energías al trabajo. Se matan laburando. ¿Para qué? Para ganar guita para comprarlo todo. Trabajan hasta quedar exhaustos y así no se puede bailar. Lo quieren todo, incluido bailar. Pero todo no es posible. Toda elección es sacrificio de las otras. Además, lo más importarte es lo que no se puede comprar.

People want entertainment, distraction, to forget… what? To forget that they have a limited time to achieve all they want. Let’s repeat it: they seem to want everything, but to get everything, they need an infinity of time. They could focus on the few things that will improve them (as dancers). Instead, they look for more, for something else: a class, a workshop, a visiting teacher, something that will lead them to an epiphany. Why? Because the changes they need to make to dance better are changes in their lives that they are not prepared or willing to make, for fear, for nested interests, for compromises they had assumed, etc. They don’t want to risk being different, but since they are not good dancers, being good dancers requires making changes. This is a simple identity equation:

not a good dancer ≠ good dancer

Bailar implica ser otra persona distinta de la que no baila, tener otros valores, otras aspiraciones, otra forma de vida.

De todos modos, hay algo peor: están los que, dándose cuenta de que ser y tenerlo todo es imposible, estrellan la porcelana de la vida contra la pared haciéndola añicos, y con la cara arrugada por el enojo deciden no querer nada.

The questioner regresa a la mesa y lo primero que hace es darle un abrazo a Blas, y le dice:
— ¡Blas, sos el mejor!
— ¡No! Responde Blas, negando con la cabeza — En el Tango no hay "el mejor". El Tango es arte, y en el arte ¿quién es el mejor? Ninguno. El arte es una mirada subjetiva. Lo que vos ves, yo no lo veo ¿Me entendés? Voy al museo y a vos te gusta un cuadro y a mí no. Y no quiere decir que el cuadro sea malo. A mí me gusta un cuadro que vos no te gusta. Y los dos son cuadros de dos artistas poderosos, de dos pintores de primera linea. ¿Me entendés lo que te quiero decir? Y entonces te quedás como diciendo ¿y estos se matan pa' ver este cuadro? Y yo voy y digo esto no me gusta ¡Nada! Esto no sirve para nada. Pa' mí es un cuadro más, pintado por cualquiera. Si vos analizás la paloma de Picasso, y vos decís ¡y la pinto yo! o la pinta un pibe que pinte bien ¡Pero no es eso! No es solamente eso ¿entendés? ¡Es Picasso con todo su arte! ¿Cómo empezó él? Esa libertad, esa pureza. Hay algo más. El arte es eso. Entonces si vos te creés que sos el mejor, que estás solo, estás jodido.

Pienso: “Participar en competencias de Tango es una manera de justificación de la necesidad de bailar ante los esposos, los padres, los que no bailan, etc., necesaria para aquellos que se sienten culpables por dedicarle tiempo a algo que no tiene un valor cierto desde la perspectiva de lo que produce ganancias. La única competencia es con uno mismo.”

Seguimos mirando la pista y decimos pavadas que nos hacen reír. Nos reímos porque en la risa encontramos las mismas verdades que el baile nos sugiere. La risa nos relaja, nos oxigena y nos deja en mejores condiciones para bailar.

Un pensamiento me viene persiguiendo desde hace un tiempo: ya estamos en la Tercera Guerra Mundial. Ya no queda nada más para agarrar, así que los que manejan la sartén tienen que fritar a los otros. Los estados necesitan las guerras para justificar que necesitemos sus gobiernos. Los conflictos emergen desconectadamente, en apariencia, como los incendios forestales, donde pequeños incendios aparecen en distintos puntos, sin que se sepa como se iniciaron, ni qué relación tienen con el incendio principal.

La humanidad podría auto-aniquilarse sin haber experimentado claramente el compromiso a una manera diferente de vivir, un modo de existir en el cual difícilmente pudiéramos encontrar elementos ya presentes en su historia, en suma, una manera no-humana de vida.

Pero seguramente eso es algo que no estaría disponible para la mayoría.

Quizá el caos general del mundo sea una bella oportunidad para que los individuos logren un orden que se fundamente en sí mismos. Claro que individuos de veras son una escasa minoría.

Por fin, Ella me mira. Hace varias tandas que le tengo la vista clavada. No me interesa saber por qué, si es su vanidad, un problema en su capacidad de atención, si le resulta estimulante hacerme esperar, aunque algunas veces me responde inmediatamente, o quizás es eso, mantenerme en la incertidumbre como una manera de defender su libertad de elegir bailar conmigo, contra la evidencia de no poder evitar el deseo de bailar conmigo, ya que para mí es evidente que le encanta, ya que nadie la hace bailar como yo, o será que a veces no se siente lista para mi desafío, porque así es como yo concibo bailar, como un desafío mutuo, como un duelo, como una contienda de seducciones, o por tantísimas otras razones que no llego a pensar por falta de imaginación, o de tiempo…

Alguno me diría “¿tan complicado es bailar?”, a lo que respondo “no, si tu espíritu es simple o no tolera lo multifacético e incierto”, aunque así se empobrecería tu baile y tu vida de modo de convertirte en algo que apenas existe, que apenas baila, que está casi dormido o muerto.

Me voy a bailar lleno de júbilo mientras suenan los compases iniciales de "Nueve puntos" por la orquesta de Carlos Di Sarli, grabado en 1956. Perón ya estaba en el exilio.

A semi figurative and semi abstract image with four men at a table in a milonga including de faces and neck of (from left to right) me , Marcelo Solis, The passionate (in a comic look), The questioner (in simple lines), and el rioplatense (in acubist